Hola a todos.
Hace ya algún tiempo que llevo barruntando este
escrito, hoy tratare sobre como siento que debería ser la relación entre
la gente que nos consideramos a nosotros mismos como seculares, quienes somos
la mayoría de la población al menos en la Europa occidental, donde yo vivo,
frente a las religiones y otras creencias que necesitan de la fe para funcionar.
Este texto no va a ser una crítica demagógica en
contra de las religiones. No lo hare por varias razones, la principal porque
considero que las religiones per se, no son malas ni perjudiciales para nadie, así
que no voy a caer en la trampa de demonizarlas y de hacer el típico comentario
de que por culpa de ellas, la gente se ha matado entre ellos y ha provocado
grandes catástrofes. Primero porque esta afirmación, que confieso haber
realizado alguna que otra vez en el pasado, no es del todo cierta, hay que
matizarla. La gente se ha matado entre sí en nombre de la religión X o Y pero
dirigidas y azuzada por una elite dirigente, que detrás de cada guerra, cruzada
o ataque defendía los interese económicos de algún rey o emperador, para quien rendía
cuentas y para satisfacer las ambiciones propias del pope o santón de turno.
Esto siempre ha sido así o lo es todavía. Por ejemplo la actual guerra,
supuestamente religiosa, que está librando el estado islámico el llamado Daesh
por los propios árabes, subyace intereses económicos y de poder de algún nuevo líder,
esto es seguro. La fe de las personas es manipulada y utilizada para que
algunas acumulen odio contra los representantes de otras religiones o rivales
de la propia religión, pero de una facción distinta, como sería el caso de los suníes
contra los chiíes, para así cometer los peores crimines que uno se pueda imaginar.
Ellos son utilizados como ariete, para conseguir logros muy materiales, como
conseguir territorio, donde casualmente hay petróleo, para que luego una elite,
se beneficie de los resultados de estas guerras, muy ciego hay que estar para
no verlo, la fe y la religión nada tiene que ver en esto.
Segundo punto por el que no voy a entrar en esto de
despotricar contra la religión. La fe per se, es un sentimiento muy humano y
normal, es tan ancestral y antiguo como la vida misma. Desde que el primer ser
humano consciente de si mismo, empezó a caminar por la faz de la tierra, sintió
una irrefrenable ganas de saber a quién agradecer el estar vivo, tener comida y
caza cada día, sintió la necesidad de dar las gracias al sol, que puntual, se
levanta en el horizonte cada mañana para dar luz y calor. Sintió la necesidad,
de cuando las cosas no salían bien, rezarle a algo o alguien para que le
protegiera de la desgracia a él y los suyos. Más tarde en el tiempo, cuando
hubo mejorado su técnica y se hizo agricultor, por lo tanto sedentario, sintió la
necesidad de rendir culto a este poder inmutable, que hacía que la lluvia y el
sol, combinado con la fertilidad infinita de la tierra, que horadaba con
esfuerzo, hiciera que de forma milagrosa, año tras año surgieran todas estas maravillosas
plantas, que le aseguraban comer y vestir cada año.
De este culto totalmente inocente y sincero, surgieron
seguramente los fundamentos rudimentarios de las primeras religiones
organizadas por sacerdotes, es fácil imaginar que en cada rincón del planeta,
donde el transcurrir de los acontecimientos narrados siguieran esta misma tónica,
pasase algo parecido. De allí que en cada sitio se honre a dios de forma tan
parecida y distinta a la vez. Lo malo vino y viene cuando algunos sacerdotes
movidos por sentimientos que más tienen que ver con el ego y el poder, empezaron
a sacar punta a las diferencias entre los distintos cultos, en vez de poner el
acento en la similitudes que había entre ellos, con la intención de hacer
prevalecer su visión o su poder sobre la otra comunidad humana que compartía su
territorio. La forma de diferenciar y acentuar las diferencias tomo cuerpo en
los distintos libros y en los distintos símbolos, que cada religión adopta, si
uno los estudia con atención y de forma desapasionada, verán que de forma
torticera los escribas antiguos, tuvieron mucho cuidado en poner de relieve las
pequeñas diferencias que podían existir entre una y otra visión o versión. Esto
se hace patente sobre todo en las tres grandes religiones monoteístas (judía,
cristiana, musulmana y sus sub ramas, protestantes, evangélicos, suníes, chiíes
etc…), tan parecidas y tan distintas en su interpretación, a pesar de tener una
base común y casi idéntica.
¿A qué conclusiones nos debería llevar esta reflexión?
A mi modo de ver, las religiones bien interpretadas a pesar de todo lo dicho
anteriormente, aun pueden jugar un papel positivo, siempre y cuando sus fieles
no se dejen arrastrar por falsos sacerdotes, que en vez de predicar el amor y
el bien, prediquen lo contrario el odio y el mal. Debería ser muy fácil para
cualquier fiel, ver la diferencia, pues si simplificamos un poco las cosas y
volvemos al origen de los tiempos ¿No es cierto, que al fin y al cabo, si
existe un dios, un poder que rige todas las cosas del universo y por lo tanto
en cierto modo nuestras vidas. Deberíamos rendirle culto cada uno a nuestra manera,
dándole las gracias porque gracias a su amor incondicional por la vida, que el
mantiene mediante el orden universal inmutable, estamos aquí, pensando y reproduciéndonos?
No es cierto que al fin y al cabo, lo único que quiere toda persona en su sano
juicio, es seguir vivo y en paz con sus vecinos ¿No es cierto que en principio
nadie quiere la guerra ni veneraría la guerra, ni rezaría por aniquilar a sus
vecinos? No es cierto que la religión al fin y al cabo, no es más que amor,
amor por dios, por la vida que nos brinda aquí y para los que lo creen, también
en el más allá?
Pues si todo esto que digo más arriba es cierto, debería
ser muy fácil discernir el buen sacerdote, del mal sacerdote. Toda persona que
predique de una forma o de otra, la destrucción de su vecino invocando a dios, al
amor por dios y en su nombre reclama la guerra santa, es un falso profeta o un
falso sacerdote. Ningún gran hombre de verdad, ningún profeta autentico, ningún
sabio, predicaría nunca destruir o aniquilar a su vecino por amor a dios, ni
por amor a nada ni a nadie. Solo se puede ir a la guerra o desear destruir a
alguien, por odio, nunca por amor. Porque todo hombre justo, sabe que sería una
ofensa en contra de dios, del único dios que existe, el dios del amor a la vida
y todas las criaturas que en el universo habitan.
Espero con este escrito poder iluminar un poco a los
que pueden estar en las tinieblas, la fe es bella y el amor a un dios también,
pero se debe tener mucho cuidado de con quien se reza, porque no todos los
hombres que dicen ser sacerdotes son buenos.
Por estas razones yo recomendaría que la religión debería
ser una práctica casi individual o como mucho en familia, donde la gente rezara
en privado e intentara una conexión mas autentica y pura con dios, algo
parecido al budismo o al sufismo musulmán, recomiendo a todo el mundo leer
sobre esta práctica, que invita a sus practicantes a buscar mediante la pureza
de sus corazones, el amor a dios de forma más directa e individual, en general
todas las practicas meditativas, me parecen un camino sano y más seguro, de
llevar a cabo su fe. Pues sospecho que las religiones en masa y practicadas en congregación,
más que facilitar el acercamiento de cada individuo a dios, lo aleja y tapona
la posibilidad de un verdadero despertar religioso en la persona.
Un saludo y hasta la próxima.
Y que hay de la necesidad de compartir el rezo,la oracion,la meditacion...sea la religion que sea, con nuestros semejantes?
ResponderEliminarTu pregunta queda contestada en cierto modo, si lees con atención el ultimo capitulo. Digo, que se puede rezar en compañía o meditar, pero en familia o en pequeñas comunidades, estoy en contra de las grandes masas o las iglesias ( templos, etc...) repletas, con demasiada facilidad se puede infiltrar falsos profetas o sacerdotes. De todas maneras, creo haber dejado claro, que sin estar en contra, no tengo en muy alta estima la interpretación de las grandes religiones mayoritarias, repito no estoy en contra, pero tampoco a favor.
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