miércoles, 10 de diciembre de 2014

Anexo a RESPONSO A LA DEMOCRACIA


Hola a todos, hoy me gustaría pegar un texto que se produjo durante un discusión vía mail, que mantuve con un grupo de personas con las que mantengo unos debates centrados en la economía y en general en la manera de gestionar los recursos del planeta tierra de forma mucho más científica y menos capitalista y depredadora, que es como se está haciendo actualmente.

En el transcurso de uno de estos intercambios de mail, hubo uno que me llamo especialmente la atención, por su contenido, que me recordaba el argumento que use yo mismo en un texto que produje en este mismo blog hace algún tiempo titulado: RESPONSO A LA DEMOCRACIA http://teatrapare.blogspot.com.es/2014/09/responso-la-democracia.html

Donde comentaba que a mi parecer había que reemplazar los actuales partidos políticos por otro tipo de institución democrática y además dejar votar al pueblo de forma directa todas las grandes decisiones, en definitiva lo que sería una democracia con representación directa que reposara en el pueblo. En este texto, también decía que no sabía muy bien como se podría poner a la práctica una idea como esta y jugaba con la idea de que internet podría tener un papel clave en ello. Bien, a continuación pegare el texto del autor, porque me parece que amplia y da luz en cierto modo a mi texto, en el sentido de que verbaliza y da nombre a las ideas que yo esboce en su día, además de proponer en cierto modo una forma práctica de cómo se podría poner en marcha algo así. Me gusta especialmente, cuando pone de relievo aquello de que la gente de a pie, no somos ni tan irresponsables, ni tan tontos como nos quieren hacer creer, quienes quieren que todo siga igual y que siempre estemos tutelados por una elite supuestamente benevolente.  Bueno sin más, os dejo con el texto que me ha cedido amablemente: Javier Ibarra.

Henrik Ibsen escribió un librito titulado un enemigo del pueblo para ilustrar cómo una votación democrática podía carecer de ética y conducir a un desastre. En mi opinión era un libro ingenuo por su final: una élite de sabios íntegros plantean que es necesario encaminarse hacia un gobierno de élites intelectuales que dirijan al pueblo. La falaz lógica del final cambia si pensamos en términos de probabilidades y no en la casuística. Efectivamente, una votación democrática puede ser desastrosa o perversa, pero creo que esto tiene menos probabilidad en una democracia real que en un gobierno de élites. Si algo ha demostrado la historia, es el fracaso y la facilidad para corromperse de los gobiernos de élites. Esto sin considerar el problema de entrada sobre cómo se elige la élite a sí misma. Los ejemplos también son numerosos y calamitosos. (La sociedad de mercado, por ejemplo, es la institución de un gobierno de élites económicas, aunque sus miembros puedan variar). Algunos recurren a Ortega y Gasset, que también hablaba de élites intelectuales, para desprestigiar la democracia directa, aunque en realidad este intentó conseguir la confianza del pueblo para legitimar a esa élite, (antes de desencantarse en un momento demasiado convulso).

 

Una cosa que me irrita, por ejemplo, es cuando el típico tertuliano todólogo suelta eso de que, si se dejara elegir al pueblo, todo el mundo elegiría no pagar impuestos, cosa que me parece insultante y engreída. Al parecer sólo ellos tienen el sentido de la responsabilidad suficiente como para apoyar que existan impuestos y los demás somos ese sujeto mezquinamente egoísta y previsible que necesita el mercado. Al parecer las casas de este país no tienen tejado: todas las comunidades han decidido no pagar cuota para mantenerlo, (salvo en el último piso). Y en buena lógica, para ganar las elecciones sólo hay que proponer la eliminación de todo impuesto. Sin embargo, hoy mismo los bancos de alimentos han batido records de recolecta donde yo vivo, a pesar de que dejar comida no es ley ni tributo.

 

Cosa distinta (a un gobierno de élites y a una democracia directa permanente) es que se propongan democráticamente instituciones permanentes dirigidas de un modo científico para establecer límites al funcionamiento económico, y por ende, al funcionamiento democrático de rango inferior, (al igual que sólo podemos votar leyes que no vulneren la constitución, al menos en teoría). Creo que tendríamos que crear dos instituciones independientes con un mandato limitante, (pero hacerlo democráticamente en un proceso constituyente). Una es ese comité independiente para la emisión de dinero que propone positive money (que sí rendiría cuentas al parlamento según explican). La segunda sería algo así como un comité independiente para establecer los 'límites de explotación' mediante cuotas intercambiables, topes o incluso prohibiciones en las formas de producir, además de, quizá, gestionar la fiscalidad ecológica. Todo ello con el objetivo de medir el valor real del stock y del flujo (contabilizando la destrucción como tal) y eludiendo el crecimiento antieconómico. Esto supondría poner la sostenibilidad como condición, y no como aspiración o como mera matización de la producción. Hay que tener en cuenta que uno de los objetivos con los que se plantea el dinero positivo es la mayor facilidad que ofrece para estimular la economía, (al igual que el keynesianismo), por lo que la segunda institución sería crucial.

 

Javier Ibarra.

Un saludo, hasta pronto.

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